Instante

Un día llega pleno de luces, saturado de claridad; otro, cargado de sombras, atiborrado de oscuridades. Entre uno y otro, un sinfín de los unos y los otros. Y cada noche, llega el silencio. O debería llegar. O me gusta que llegue. Como sea. Una buena dosis de silencio al final del día ayuda para atenuar el brillo, para iluminar la penumbra. La gracia está en reconocer y dar su lugar a ese momento final del día. Ese instante de silencio, corto, largo, de un poco lo mismo. Ese segundo de realidad que pone las cosas en perspectiva.

Acerca de este blog

Simplemente un lugar para compartir mis pequeñas soledades, esas que uno acumula a través del tiempo, cada vez que en el interior surge algo que el exterior no comprende. El nombre llegó inspirado por una frase de Roland Barthes.