15

Decía que no tengo claro en qué momento M se convirtió en el elemento central de mi vida. O al menos de buena parte de esa vida. Cierto, sería mentira decir que hoy sigue siéndolo. Aunque en el fondo tengo la impresión de que mucho de lo que soy aún se articula en torno a lo que M representa. Aunque no tenga claro el momento concreto, decía que fue la pubertad cuando las cosas tomaron claramente otro color. Entiendo que la edad pesa. También cuenta el hecho de no haberla visto muchos años. O al menos esa impresión tengo. Más allá de alguno que otro encuentro repentino, debió ser hacia los 13 o 14 años que la volví a encontrar realmente. No existen registros de aquellos días, así que donde digo 14 podrían ser 15.

Lo cierto es que una vez cumplidos los 15 (ella los 12 o 13, por lo tanto) las huellas de su paso son claras. Al menos parecen claras. De aquellos días sí que hay alguna nota o incluso algún dibujo en mis libretas. No los tengo a la mano pero debería darme tiempo para desenterrarlos. Con ello seguro se desenterrarían muchas cosas. Una letra puede significar muchas cosas. ¿Qué me atraía de ella? Es difícil decirlo con palabras. Nunca lo he tenido del todo claro. Creo que más que ella eran algunas cirncunstancias en torno a ella. Aunque es verdad que su sonrisa era (¿es?) lo suficientemente poderosa como para eclipsar cualquier otra cosa.

15 años. Hace siglos de eso. A ratos parece ayer. Pero la realidad es que hoy ya han pasado otros tantos y más todavía. ¿Qué sucedió desde entonces? La historia de M es una historia en fragmentos, construida en episodios breves y separados por largos periodos de tiempo. La realidad es simple: ni en los episodios ni en los espacios que les separaron, sucedió nunca nada.

Eso tendré que explicarlo con detalle, lo sé.

Acerca de este blog

Simplemente un lugar para compartir mis pequeñas soledades, esas que uno acumula a través del tiempo, cada vez que en el interior surge algo que el exterior no comprende. El nombre llegó inspirado por una frase de Roland Barthes.