Así es. En una palabra, así me siento. Fatal. Por dentro y por fuera. Hoy no sería suficiente amputarme el alma. Lo sé. Ni siquiera tendría sentido. Esperar. Que pase el sufrimiento. Porque pasa. O al menos eso dicen. Y eso me digo. Aunque sea para consolarme ingenuamente. Al final, hace falta esperar algo. Y entonces, espero.
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