Pretextos

Esta entrada debió ser escrita y publicada ayer. Pero no fue. Se quedó archivada un rato en mi cerebro y no halló a tiempo la salida a través de estas torpes manos. Se le hizo tarde. Aunque dicen que para ciertas cosas nunca es tarde. Ésta entre ellas. Pues un día —o incluso dos— de diferencia no cambian realmente nada en este caso. Si acaso, colocarme una vez más ante mis incontables manías. Ponerme en evidencia una vez más a mí mismo. Recordarme lo enfermizas que pueden llegar a ser ciertas conductas. Como ésta. Esta necesidad de escribir y decir algo. Escribir porque la voz no alcanza. Escribir porque el llanto no se atreve a surgir. Escribir porque sí. Y también un poco ¿por qué no? porque no. Escribir sin ánimo de decir gran cosa. Escribir con el entusiasmo de saber que me dejo a mí mismo algún rastro. Alguna pista de esto que hoy cruza mi cabeza. Esto de lo que mañana probablemente no habrá seña. Por necesidad. Por capricho. Escribir para nadie. Escribir sencillamente con la esperanza de que algunos oídos escucharán este llamado de auxilio que no pretende sino poner en evidencia que algo tenía por decir.

Acerca de este blog

Simplemente un lugar para compartir mis pequeñas soledades, esas que uno acumula a través del tiempo, cada vez que en el interior surge algo que el exterior no comprende. El nombre llegó inspirado por una frase de Roland Barthes.