En medio de tantas preguntas e inquietudes, la ausencia se ha prolongado. Y no es que no tenga qué decir. Es simplemente que me faltan fuerzas para hacerlo. Decisión. Todo parece reducirse a una poderosa falta de voluntad. Lo curioso es que en el día a día la inercia nos lleva a vencer esa apatía. Uno está seguro de no tener ganas de nada. Y sin embargo siempre se acaba haciendo algo. Y de esos algos nos llenamos y acabamos saturados. Sin aire. Sin espacio para dejar que reinen las ganas de nada. Quizá esto no le suceda a todos. Quizá tenga que ver con ese gen del esfuerzo que a algunos nos insertan desde pequeños. No reniego. No se trata de volcarme contra mi historia ni contra el que soy. Es simple y sencillamente que a vaces me pregunto cómo sería si ciertas cosas fueran distintas.
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