Diez días después de haber arrojado al mundo la cursilería que citaba ayer, las cosas en mi interior respondían a situaciones muy distintas. El cuadernillo de notas de aquellos días comenzó a plagarse de reflexiones que evidenciaban cambios significativos en mi sitaución emocional. La aparente depresión amorosa era sustituida por una nueva presencia. El 19 de octubre de aquel 1998 hice un par de anotaciones tituladas "Llegada I" y "Llegada II". Transcribo aquí la segunda:
Llegas a darle a mis huesos una esperanza...Al final, esos mundos no importaron (al menos entonces).
Llegas a darla a la vida una posibilidad...
Abrir los ojos al despertar adquiere repentinamente un sentido curiosamente absurdo...
Llegas a adueñarte de la paz y reclamas atenciones inusuales...
El caos se apodera de todo: la locura reina...
... y todo te señala: ¡Culpable!
¿Qué quieres de mí?
¡Dueles!
¿Quién te llamó?
Quizá yo mismo te invoqué
cuando peddía al cielo la muerte...
Quizá eres tú quien ha de beber
hasta la última gota de sangre
... para luego
deborar uno a uno
mis huesos...
Y todo parece una broma...
No puedes beberme...
No puedes deborarme...
Tenemos mundos...
... otros mundos...
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