Hace unos días ponía en duda el papel que tienen nuestras decisiones de cara al futuro. Hoy simplemente no sé qué decir. Las circunstancias de mis ires y venires vienen toamando un cauce vertiginoso e impredecible. Quisiera ser capaz de poner con mayor claridad las cosas, al menos en esta libreta. Pero no soy capaz. No logro ponerle nombre a lo que me aqueja. O quizá sí podría, pero los temores no dejan que me atreva. Quisiera gritar mil cosas. Quisiera encontrar un lenguaje que pudiera transmitir parte de lo que pienso y lo que siento. Y oídos suficientemente recpetivos. Pero mi soberbia (mi maldita y jodida soberbia) me lo impide. Me lo impide una vez más. Como lo ha impedido a lo largo de más de tres décadas. La historia de mi vida, sin más.
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