Llegué hasta este lugar cargado de entusiasmo por soltar la lengua a través de las yemas de estos tropes dedos y dejar escapar un sinfín de palabras que permitieran catalizar la inmensa necesidad de desahgo. Pero llego y la lengua y sus compinches los dedos se han declarado en huelga. Sugieren que el siempre elocuente silencio se encargue de las cosas. No hay resistencia posible ante semejante propuesta. Silencio, pues.
La Güeris friolenta
Hace 2 meses
1 comentarios:
shhhhh...
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