¿Qué?

El silencio se ha prolongado más de lo previsto, lo sé. Las ideas se arremolinan dentro de una cabeza que no encuentra válvulas de escape. Una maldita olla exprés.

Al menos en un ámbito las cosas habían empezado a marchar. Parecían encontrar su rumbo. O una ruta al menos. Y nada. El pasado me persigue. Y se apodera de un presente que ya parecía demasiado bueno para ser cierto.

Y ahora, ¿qué? Todo parece reducirse a un simple y sencillo monosílabo. ¿Qué? No tengo idea. Ya lo dije antes de alguna forma y lo reitero ahora de otra: no sé si sirva de algo tener idea. Si acaso para ilusionarse. ¿Y después?

Vale. No me hago caso. Un rato estoy así, azotándome, tirándome al suelo, y al rato ya ando con la frente en alto, como si no pasara nada. ¿Quién demonios soy?

Silencio

Llegué hasta este lugar cargado de entusiasmo por soltar la lengua a través de las yemas de estos tropes dedos y dejar escapar un sinfín de palabras que permitieran catalizar la inmensa necesidad de desahgo. Pero llego y la lengua y sus compinches los dedos se han declarado en huelga. Sugieren que el siempre elocuente silencio se encargue de las cosas. No hay resistencia posible ante semejante propuesta. Silencio, pues.

Soberbia

Hace unos días ponía en duda el papel que tienen nuestras decisiones de cara al futuro. Hoy simplemente no sé qué decir. Las circunstancias de mis ires y venires vienen toamando un cauce vertiginoso e impredecible. Quisiera ser capaz de poner con mayor claridad las cosas, al menos en esta libreta. Pero no soy capaz. No logro ponerle nombre a lo que me aqueja. O quizá sí podría, pero los temores no dejan que me atreva. Quisiera gritar mil cosas. Quisiera encontrar un lenguaje que pudiera transmitir parte de lo que pienso y lo que siento. Y oídos suficientemente recpetivos. Pero mi soberbia (mi maldita y jodida soberbia) me lo impide. Me lo impide una vez más. Como lo ha impedido a lo largo de más de tres décadas. La historia de mi vida, sin más.

Mensaje

Primera entrada matutina que publico en esta libreta digital. Y es que mientras sacaba hace un rato las cosas de mi mochila para empezar a trabajar, me topé con un trozo de mantel de Vips que tiene escrita una nota de mano de una amiga, con fecha 26+2/01/2009:

A veces no necesitas saber qué ocurrirá o cómo ocurrirá... No pienses, no digas nada, sólo cierra los ojos y déjate llevar, vuela a tu interior y sólo así encontrarás lo que tanto quieres y lo que te hace tanta falta.
No sé si exista algo así como "lo que tanto quieres", pero a ratos es evidente que sí debe haber algo así como "lo que te hace tanta falta". Por un momento reconozco que el recadito suena cursi, pero algo de lógico tiene, sin duda. Entre que son peras o manzanas, ando volando a mi interior.

¿Destino?

La vida tiene curiosas formas de actuar. Cada vez más dudo si nuestras decisiones pesan realmente en la construcción de nuestro destino o si solamente alteran los matices de una trayectoria que nos resulta inevitable. A ratos uno se entretiene creyendo que ha logrado evadir una u otra cosa en su camino. Y al final se da cuenta de lo ingenua que es semejante creencia. Ciertas cosas estaban condenadas a ocurrir, de una u otra manera.

Quizá esto no es sino un alucine barato. Lo tengo claro. Quizá he querido pensarlo de nuevo para quitar de mi espalda un poco del peso que involucran ciertas decisiones.

Conquista

Nunca he sido muy adepto a esta palabrita. ¿Conquista? Entiendo que cuando la utilizamos en el contexto de las relaciones personales, nos alejamos en cierta medida de su connotación bélica. Sin embargo, a mí no deja de hacerme ruido. Cuando pretendemos conquistar a alguien, ¿actuamos contra su voluntad? Al menos ése es el sentido original del término. Las dificultades implicadas en la conquista solían centrarse en una voluntad contraria. La Real Academia de la Lengua reconoce que conquistar es ganar la volunta ajena, pero ¿esa ganancia es voluntaria? No al menos en el uso ordinario de la expresión. Entonces, ¿tiene sentido la conquista en el terreno amoroso? ¿No es forzar demasiado las cosas? ¿No es construir castillos en el aire?

Futuro

¿Y qué si lo necesario es una renovación de todo y en todos los sentidos? ¿Con qué derecho se aferra entonces uno a lo absurdo del presente? ¿Y qué si realmente es cuestión de aceptar las cosas con humildad? ¿Por qué insistir cuando la petición contraria es contundente? ¿Será posible estar tan equivocado?

¿Y qué si todo esto es un gran error? ¿Hay marcha atrás? ¿Hay forma de volver a empezar las cosas? ¿Desde dónde se comienza entonces?

¿Acaso hay algo así como un mañana?

Nosotros

"Nosotros que nos queremos tanto
debemos separarnos,
no me preguntes más."

A veces tengo la impresión de que ciertas palabras, ciertas imágenes, ciertos sonidos, se nos aparecen pronto para convertirse en señales definitivas, aunque sean necesarios varios años para que cobren sentido.

Cuando éramos pequeños, mi hermano y yo teníamos una tornamesa portátil en la habitación. Mis padres siempre cuidaron que tuviéramos música al alcance, por lo que desde temprana edad nos fueron llenando de aquellos discos de acetato de 33 revoluciones por minuto (y unos cuantos de los de 45). Se trataba fundamentalmente de música infantil (los discos de Odisea Burbujas, de los Pitufos, de Cepillín), así como una amplia colección de música clásica para niños. Pronto se sumarían Parchís y alguno de Timbiriche. En la sala de casa estaban los discos de los adultos. Conforme fui creciendo, comencé a explorar esos "otros" discos. Me topé así con algunos descubrimientos que con el tiempo terminarían configurando muchos de mis actuales gustos musicales. Entre esos "otros" discos, había un sencillo de 45 rpm de Eydie Gormé y los Panchos, donde interpretaban el mítico bolero "Nosotros", de Pedro Junco. Desde que escuché esa canción por primera vez quedé enamorado de ella. La letra me parecía incomprensiblemente desgarradora. Las dos primeras estrofas anticipaban ya la tragedia de la inevitable e inexplicable separación. Pasaba yo largas horas intentando descifrar esa despedida entre quienes habían sido "tan sincero" y habían hecho del amor "un sol maravilloso / romance tan divino". "No es falta de cariño." ¿Entonces? Y a pesar de todo "y en nombre de ese amor", terminaban diciéndose adiós.

Hoy parece que, después de varios lustros, la vida quiere ayudarme a comprender aquella canción.

Acerca de este blog

Simplemente un lugar para compartir mis pequeñas soledades, esas que uno acumula a través del tiempo, cada vez que en el interior surge algo que el exterior no comprende. El nombre llegó inspirado por una frase de Roland Barthes.