Hace poco más de un mes en esta bitácora registre una ingenua entrada sobre "otra historia posible". Semanas más tarde, caí víctima de una inesperada fiebre y, en medio de mis delirios, descubrí nuevamente la inmensa soledad en que habito. Se me reveló con crudeza lo absurdo de mis "posibilidades". Con la misma claridad con que creí leer ese cruce de miradas y ese posible reencuentro, me topé entonces con el desprecio y la humillación, la burla y el sarcasmo. Lloré. Poco, unos segundos, pero lloré. Digo poco, pero fue mucho, pues hace meses y meses que no consigo un auténtico llanto. Acaso lágrimas furtivas. Lo de ese día sí fue llanto. Fueron unos segundos pero las lágrimas iban acompañadas de todas las reacciones usuales del llanto.
Hoy, un par de semanas después de aquella escena, me ilumina una nueva sonrisa en la distancia. Igual que aquellas sonrisas que frente a frente me regaló hace quince años. E igual que hace quince años, ignoro su rechazo y me quedo con su mirada, con su provocación. Con su extraña manera de decirme aquí me tienes mientras fortalece la muralla que nos separa.
Sonrío con su sonrisa. Acepto la muralla y me doy media vuelta. Comprendo que, como la de ella, hay muchas sonrisas que hoy me alimentan. Muchas miradas que, en silencio, me dan motivos para imaginar mundos posibles y seguir adelante. Así de poderosas son esas sonrisas y sus posibilidades.
Sobre esa "otra historia posible"
Publicado por
J. P. Hajime
martes, 28 de junio de 2011
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