Llamado

Hace poco le decía a alguien que últimamente me fastidio a mi mismo de tanto escucharme quejándome, particularmente de mi situación laboral. Pero no sé hacia dónde mirar. No encuentro el camino. El bloqueo mental es permanente. Tengo claro que he cometido muchos errores últimamente. Y empiezan a brotar las consecuencias una tras otra. No sé simplemente qué hago aquí. No entiendo qué debería hacer. No estoy diciendo nada. Apenas hace unos segundos un miembro de mi equipo entró en mi oficina y arrojó un explosivo más. Nunca antes me había costado tanto trabajo integrar un equipo de trabajo. Y me siento tan cansado. Con tan poco ánimo. Paradójicamente lleno de esperanzas, creyendo que existen un sinfín de posibilidades. Pero no logro encontrar la fuerza ni las palabras para encarar el presente.

Al mismo tiempo, la paz de venir a este o a otros espacios en los que siento que puedo ser un poco yo mismo. Y entonces el temor —auténtico, no metafórico— de acabar en la esquizofrenia. Tan lejos. Tan incapaz de tomar las decisiones que seguramente son realmente necesarias.

[No se me ocurrió otro título para esta entrada. Quizá porque por primera vez escribo tan cerca del presente y tan necesitado de encontrar reacción del otro lado.]

Acerca de este blog

Simplemente un lugar para compartir mis pequeñas soledades, esas que uno acumula a través del tiempo, cada vez que en el interior surge algo que el exterior no comprende. El nombre llegó inspirado por una frase de Roland Barthes.