Vacío

Hace ya varias semanas que no aparecía por aquí. Un torbellino de ires y venires me lo ha complicado. Y hoy que decido detenerme un momento en esta bitácora, es un poco con lo mismo que decía la última vez. Confieso que no recordaba haber escrito aquí lo que pubiqué en la entrada anterior. Y ahora que abrí el blog para hacer esta entrada, me doy cuenta de que pensaba decir lo mismo. Que quisiera llorar pero no lo logro. Debería llorar, pero no encuentro lágrimas. ¿Acaso se habrán secado todas? Creo que al menos desde ese 3 de agosto el llanto se ha resistido a mostrar señales de vida. Y hoy ya ni siquiera duele su ausencia. Al menos no de la desgarradora forma que relataba la última vez. Es como si se hubiera ido para no volver, sin dejar siquiera una nota de despedida. Lo más fuerte de todo el asunto es que con él se ha llevado muchas otras cosas. La voluntad entre ellas. El entusiasmo habitual parece haberles acompañado. Me siento débil. Vacío. Y, sin embargo, voy tomando decisiones que exigen cojones. La gracia estará ahora en darles continuidad. Encontrar en ellas el sentido perdido.

Acerca de este blog

Simplemente un lugar para compartir mis pequeñas soledades, esas que uno acumula a través del tiempo, cada vez que en el interior surge algo que el exterior no comprende. El nombre llegó inspirado por una frase de Roland Barthes.