Y uno despierta y es el mismo. La realidad sigue siendo la misma. Abrumadora. Y las fuerzas para hacerle frente siguen brillando por su ausencia. No tarda uno mucho en comprender que las ilusiones depositadas en el "año nuevo" son una fantasía ingenua. Somos los mismos en el mismo lugar y ante las mismas condiciones. Da igual si es 1 de enero o si estamos a mediados de junio. Sea el día que sea, las posibilidades de hacer algo con nosotros y con esa realidad están siempre a la misma distancia. Ni más ni menos.